Escrito por el P. Shenan J. Boquet – presidente de Human Life International.
Actualizado el 16 de junio de 2025.
"Como enseña la experiencia, la ausencia de un padre provoca desequilibrios psicológicos y morales y notables dificultades en las relaciones familiares, como lo hace, en circunstancias contrarias, la presencia opresiva de un padre, especialmente donde todavía prevalece el fenómeno del “machismo”, o una incorrecta superioridad de las prerrogativas masculinas que humilla a las mujeres e inhibe el desarrollo de relaciones familiares sanas".
Hace unos días, el Papa León XIV se dirigió a un grupo de expertos reunidos para discutir el tema de la evangelización en el contexto de la familia. En su discurso, el Santo Padre señaló que "el nuestro es un tiempo marcado por una creciente búsqueda de espiritualidad, particularmente evidente en los jóvenes, que anhelan relaciones auténticas y guías en la vida".
Y añadió:
La profunda sed de una presencia infinita en el corazón de cada ser humano significa que los padres tienen el deber de concientizar a sus hijos de la paternidad de Dios. En palabras de san Agustín: "Como tenemos en ti, Señor, la fuente de la vida está en ti, y en tu luz veremos la luz" (Confesiones, XIII, 16).
Uno bien podría preguntarse: ¿Por qué la paternidad de Dios, en particular, es un atributo que los padres necesitan enseñar a sus hijos acerca de Dios?
Hay muchas maneras de responder a esta pregunta. Pero tal vez la forma más fácil es simplemente mirar las formas en que la ausencia de padres terrenales afecta tan profundamente a los huérfanos, y darse cuenta de que las mismas contribuciones críticas que los padres terrenales hacen a la salud física, mental y espiritual de sus hijos son las mismas que Dios Padre proporciona a Sus amados hijos, pero en un grado superabundante. Si la ausencia de un padre terrenal puede afectar tan profundamente la vida de los hijos, ¿cuánto más el no conocer y permanecer en la paternidad de Dios Padre les afectará negativamente?