¿Por qué la anticoncepción lleva al aborto? (3/3)

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Padre Shenan J. Boquet
Presidente
Human Life International

Adoctrinamiento

Los que promovieron la “revolución sexual”, con el apoyo de la legalización de la anticoncepción y el aborto, han  tenido éxito en infligirle a esta generación las gravosas e insidiosas manifestaciones de su “revolución”. La fe y la familia ya no son los valores que custodia a nuestra nación ni al mundo. Tristemente, muchos de los jóvenes de hoy han aceptado a manos llenas una actitud secular y “dejar hacer” hacia la religión, la vida, la sexualidad, el matrimonio y la vida familiar.

La sexualidad es considerada ahora principalmente como un asunto de “auto-expresión” o “auto-realización”. La responsabilidad, la moral, el dominio propio, el darse a los demás y el carácter sagrado que pertenece a la visión cristiana de la persona humana o de la sexualidad humana están ausenten o son rechazados deliberadamente. La consecuencia inevitable de esta visión de las cosas es la “mentalidad anticonceptiva”. No se puede, después de todo, tener relaciones sexuales “libre” sin ser libre de las “cargas” de un embarazo y “el sexo libre” es claramente incompatible con cualquier concepto sano del matrimonio y de la vida familiar. En consecuencia, la sexualidad se divorcia no solamente de la procreación sino del también del mismo matrimonio. Ello explica por qué tanta gente joven optan por retrasar el casarse o el no casarse del todo.

La anticoncepción preparó el camino para esta manera de pensar

El adoctrinamiento ha tenido éxito en cuanto a crear una cultura saturada de sexo. Yo añadiría que es una cultura adicta al sexo, tiene una fijación con el deseo de satisfacer cualquier urgencia y cuenta con el apoyo de la “mentalidad anticonceptiva”. Este adoctrinamiento está siendo sistemáticamente llevado a cabo en las escuelas. La mayor parte de las veces se llama “”educación sexual” o “educación para la vida familiar”. Tiene lugar en cursos de ciencias sociales o de la salud o en cursos “sobre la población”. He sido testigo personal de estos programas. He visto a niños tan pequeños como de 5 años a quienes les han presentado la experimentación sexual y los anticonceptivos. Nuestros niños están siendo objeto de adoctrinamiento y propaganda, para convencerlos de que la anticoncepción y el aborto son cosas “buenas”. Les enseñan que son buenos para ellos mismos y para la sociedad en general, y de que tienen la obligación “moral” de aceptar estas mal llamadas “verdades”. Sus maestros pasan por alto a los padres y a la religión. “Todo va” es lo que está en boga ahora.

Para que no se nos olvide

En esta gran batalla por la vida y la familia, ya no podemos pasar por alto la “mentalidad anticonceptiva”. Nuestro esfuerzo por ponerle fin a la plaga y a la violencia del aborto exige que enfrentemos este problema fundamental y subyacente. La “mentalidad anticonceptiva” es la raíz de la cual surge el aborto. El no enfrentarla es lo que hace capaces a gigantes abortistas, como Planned Parenthood, avanzar con su agenda de muerte. Como dijo una vez el Padre Marx: “Si bien es cierto que necesitamos muchos grupos provida que luchen contra el monstruo antivida, es colosalmente inútil y de hecho carente de visión a largo plazo el pasar por alto a la principal fuente de la matanza de bebés: la anticoncepción”.

Regresemos al caso de Amina Khamis Juma con el cual comenzamos este artículo. Después de su aborto, rechazó de plano la anticoncepción, su matrimonio fracasó, tuvo terribles efectos en su salud y hasta le implantaron un anticonceptivo a la fuerza. Luego de escuchar en la radio acerca de nuestra afiliada en Tanzania, se puso en contacto con nuestro personal allá el cual le consiguió ayuda inmediata en un hospital católico, donde se está recuperando adecuadamente.

Tristemente, hay mucha confusión y disenso dentro de la Iglesia en relación con la anticoncepción. Pero si somos católicos fieles, debemos reclamar la doctrina auténtica acerca de la persona humana, la vida, el matrimonio y la sexualidad humana. También necesitamos saber expresar estas verdades a una cultura errada. Si de verdad queremos ponerle fin de manera permanente a la violencia del aborto, sanar las profundas heridas que causa, y proteger el carácter sagrado de la vida humana, el matrimonio y la familia, entonces debemos continuar enfrentando el problema de la anticoncepción y su “mentalidad”, la cual es la que alimenta a toda la industria del aborto.