Susan Ciancio
Human Life International
Disforia de género
Hoy en día el término “disforia de género” se ha convertido en parte de nuestro diario lenguaje. Escuchamos acerca de ello en las noticias y lo vemos en las películas. Pero pocos parecen darse cuenta de que este estado es reconocido como una enfermedad por parte de la medicina. Según un artículo titulado “Gender Dysphoria in Adolescence: Current Perspectives” (“Disforia de género en la adolescencia: Perspectivas actuales”, traducción libre) de Riittakertu Kaltiala-Heino y otros:
“La quinta edición del Manual de Diagnóstico y Estadísticas de Desórdenes Mentales (DSM-5, por sus siglas en inglés) define la disforia de género como un estado en el cual una persona tiene una marcada incongruencia entre el género que expresa o experimenta [en su interior] y su sexo biológico al nacer. Este estado causa una significativa angustia o discapacidad en el funcionamiento social, ocupacional u otros importantes campos de la vida” [1].
Las encuestas varían. Pero la Facultad de Derecho de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA, por sus siglas en inglés) estima que el 0.6% de los adultos en EEUU se identifica como transgéneros [2]. Debido a las influencias negativas en la cultura social, las cifras de niños fluctúan, pero están aumentando (aunque la mayoría supera este fenómeno cuando pasa la adolescencia). Sin embargo, es alarmante saber que en los últimos ocho años los niños de 9 a 12 años de edad en el Reino Unido que se identifican como transgéneros ha aumentado un 4500% [3].
El identificarse como transgénero abarca muchas cosas: desde vestirse como el sexo opuesto hasta el “cambio de sexo” con hormonas del sexo opuesto (hormonas cruzadas) y cirugía. Una encuesta de 2015 de transgéneros en EEUU y sus territorios, que afirma ser la más grande de ese país (27,715 entrevistados), afirma que de los que respondieron, el 78% deseaban un “tratamiento” hormonal para “cambiar de sexo”. En ese momento, el 49% lo había recibido [4]. Como este estudio ya tiene cuatro años, es probable que las cifras hayan aumentado.
Por otro lado, los datos publicados por la Asociación del Corazón de EEUU vinculan terribles implicaciones para la salud en aquellos que optan por recibir “tratamiento” hormonal. Los datos fueron extrapolados y estudiados con más profundidad y se basaron en un estudio original holandés:
- Los hombres que reciben hormonas femeninas tienen el doble de probabilidad de riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares (coágulos o derrames cerebrales, strokes en inglés).
- También se les duplica el riesgo de tener ataques cardiacos.
- Y también les puede aumentar 4.5 veces el riesgo de tener coágulos sanguíneos.
- Las mujeres que reciben hormonas masculinas tienen triple probabilidad de riesgo de tener ataques cardiacos.
Este estudio no aborda el impacto psiquiátrico de los pacientes ni tampoco el de las cirugías para “cambiar de sexo”. Pero teniendo en cuenta solamente estos datos físicos, es temerario que el establishment médico respalde el suministro de hormonas cruzadas. Las personas que han recibido este tipo de tratamiento durante años han sido conejillos de Indias, cuando deberían haber recibido tratamiento psiquiátrico sin parcializaciones para abordar los problemas subyacentes.
Continuará.
Notas:
[1]. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/.
[3]. https://www.hli.org/2019/03/the-next-terrible-step-in-the-sexual-revolution/.
[4]. https://transequality.org/sites/default/files/docs/usts/USTS-Full-Report-Dec17.pdf.