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Inicio Publicaciones Columna HLI Antes y después de la píldora anticonceptiva: Su redefinición de la sexualidad humana y su impacto en la sociedad (1/2)

Antes y después de la píldora anticonceptiva: Su redefinición de la sexualidad humana y su impacto en la sociedad (1/2)

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Padre Shenan J. Boquet
Presidente
Human Life International

Cuando los esposos, mediante el recurso al anticoncepcionismo, separan estos dos significados que Dios Creador ha inscrito en el ser del hombre y de la mujer y en el dinamismo de su comunión sexual, se comportan como «árbitros» del designio divino y «manipulan» y envilecen la sexualidad humana, y con ella la propia persona del cónyuge, alterando su valor de donación «total». Así, al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce, no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal, llamado a entregarse en plenitud personal. (Papa San Juan Pablo II, Familiaris consortio, no. 32).

A finales del mes pasado (junio de 2019), el diario Washington Post publicó un extenso obituario en relación con la muerte de George Rosenkranz, un químico húngaro. Usted pensaría que normalmente los químicos no son objeto de extensos artículos en publicaciones tan conocidas como el Washington Post y tiene razón. Rosenkranz, sin embargo, fue mundialmente famoso debido a su papel instrumental en la fabricación de uno de los fármacos más revolucionarios de toda la historia: la píldora anticonceptiva [1].

Aunque la responsabilidad por la invención de la píldora se puede atribuir a una multitud de científicos, Rosenkranz fue uno de los primeros en producir una versión sintética de la hormona femenina progesterona. Irónicamente, noretindrona – como inicialmente se le llamó a esta hormona sintética – tenía el propósito de ayudar a evitar los abortos espontáneos. Sin embargo, la compañía farmacéutica, en la cual Rosenkranz trabajó, pronto se dio cuenta del potencial de este fármaco como anticonceptivo, y sacaron al mercado su versión de la píldora en 1964, lo cual enriqueció enormemente a la compañía (y a Rosenkranz).

El Washington Post resume este acontecimiento afirmando que fue “un momento crucial para el movimiento feminista así como para la guerra cultural, al permitir que las mujeres disfrutaran de la sexualidad sin temor a quedar embarazadas y a los matrimonios decidir cuándo y si comenzar una familia, así como dar inicio a un permanente debate acerca de los valores sexuales”.

Es difícil exagerar el impacto que la píldora ha tenido alrededor del mundo. Como señala el Pastor Evangélico, Albert Mohler, al escribir acerca de la muerte de Rosenkranz, la invención de la píldora ha sido verdaderamente uno de esos eventos tan infrecuentes de la historia, cuyas consecuencias han sido tan sísmicas que las mismas constituyen una línea divisoria: antes y después de la píldora. Solamente en los 1960, por primera vez en la historia, fue que los seres humanos han tenido acceso a un método que separa la sexualidad de la procreación. Y como observa Mohler: “Una vez que esa separación tuvo lugar, básicamente redefinió la sexualidad humana” [2].

La Iglesia tuvo razón

La pregunta que pende sobre nosotros hasta el día de hoy es si esta redefinición ha sido para bien o para mal. El propio Dr. Rosenkranz parecía ambivalente acerca de esta pregunta, enfocándose, en vez de ello, en la cuestión puramente práctica del logro técnico. “Dejo a otros cualquier debate acerca del valor, en última instancia, de la píldora”, dijo, mientras era honrado por parte de la Universidad de Nuevo México en 2001 debido a su labor.

No es ningún secreto que la Iglesia Católica y un pequeño número de otras comunidades cristianas y de pensadores se han opuesto siempre a la anticoncepción. Esta oposición se funda a menudo en la observación de que separar la sexualidad del matrimonio y la procreación ha contribuido a desatar una revolución sexual que ha devastado la ética sexual verdadera [3].

Como señala Mohler, la píldora no solamente permitió a los matrimonios controlar su fertilidad (hasta cierto punto), “también dio autorización tecnológica al adulterio, a las relaciones sexuales prematrimoniales y extramatrimoniales, y prácticamente a todo lo que uno se pueda imaginar”.

Lo de “todo lo que uno se pueda imaginar” incluye muchísimo. De hecho, es difícil imaginar, por ejemplo, los grotescos excesos del movimiento LGBT – que se manifestaron de manera tan prominente durante las celebraciones de “orgullo” del mes pasado (junio de 2019) – y el apoyo público que recibieron a gran escala, sin la redefinición de la sexualidad que la píldora ha precipitado. Una vez que las relaciones sexuales comenzaron a ser consideradas como otro pasatiempo placentero, en vez de ese acto privado, inmensamente sagrado y potente, por medio del cual un matrimonio se expresa el amor y procrean una nueva vida, no hubo nada que detuviera todo tipo de excesos sexuales – desde la explosión de la pornografía, la celebración de distintas prácticas sexuales desviadas y violentas, y la sistemática incitación de los niños a través de la mal llamada “educación sexual integral”.

Sin embargo, la enseñanza de la Iglesia en contra de la anticoncepción siempre ha ido más allá de una preocupación por la moral sexual, también ha incluido las consecuencias de gran alcance. Mucha gente se burló de la afirmación de la Iglesia de que un mayor uso de la anticoncepción conduciría a más abortos. A los primeros propulsores del control de la natalidad les parecía que si las mujeres tuvieran los medios para impedir lo que ellos llamaban “embarazos no deseados”, que entonces las tasas de aborto disminuirían. Pero, de lo que ellos no se dieron cuenta fue la manera en que la anticoncepción cambiaría drásticamente la conducta sexual de la gente. Las relaciones sexuales casuales o de rutina se convirtieron en la “norma”. La “pequeña” tasa de fracaso de la anticoncepción de pronto se convirtió en millones de los mal llamados “embarazos no deseados”. El resultado fue que la tasa de abortos explotó aun cuando la tasa de uso de la anticoncepción también aumentó.

Los primeros propulsores de la anticoncepción también erraron en cuanto a no anticipar las otras terribles consecuencias de la fantasía de una desencadenada “libertad sexual”, tanto para las personas como para la sociedad. Monseñor Pope, sacerdote de EEUU y líder provida, resumió algunas de estas consecuencias en un penetrante artículo, en el cual expresa lo siguiente:

“Desde que comenzó el uso de la anticoncepción a gran escala, el número de abortos se ha disparado y también el divorcio. Otras consecuencias incluyen un aumento de los casos de enfermedades de transmisión sexual (como el SIDA), los embarazos en adolescentes y las madres solteras, la ausencia e irresponsabilidad de muchos papás, la desintegración de muchas familias, y la pobreza y la disfunción que acompañan a todo esto. También se ha dado un aumento del consumo de la pornografía en nuestra cultura, lo cual contribuye a la difusión de la confusión sexual que incluye los actos homosexuales y el mal llamado transgenerismo” [4].

Continuará.


Notas:

[1]. https://www.washingtonpost.com/local/obituaries/george-rosenkranz-a-creator-of-the-birth-control-pill-dies-at-102/2019/06/24/3bf71866-968b-11e9-916d-9c61607d8190_story.html?utm_term=.e9966cb1dd6c.

[2]. https://albertmohler.com/2019/06/25/briefing-6-25-19.

[3]. https://www.hli.org/resources/7-basic-points-humanae-vitae-summary/.

[4]. https://www.osvnews.com/2019/05/20/promiscuity-and-the-contraception-mess/.


 

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