Susan Ciancio
Escritora Contribuyente
Human Life International
Introducción
Nuestro mundo está saturado e infatuado con las relaciones sexuales. Vemos mujeres escasamente vestidas en vallas publicitarias y anuncios de televisión. También vemos en la televisión anuncios acerca de las pÃldoras anticonceptivas, los dispositivos intrauterinos (DIU) y las pÃldoras azules para los hombres. Escuchamos acerca de este tema en las lÃricas de las canciones, en chistes en la televisión y en las noticias. No debe sorprendernos que los adolescentes tengan curiosidad.
Según un informe reciente: En 2017, el 40% de los estudiantes de secundaria en EEUU informaron que habÃa tenido relaciones sexuales†[1]. Para poner esta cifra en perspectiva, en una escuela secundaria de 2,000 alumnos, 800 de ellos están teniendo relaciones sexuales. Como padres de familia, debemos estar aterrorizados y más todavÃa como católicos.
Sabemos lo que enseña la Iglesia Católica sobre la sexualidad. Según el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC): “La sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer. En el matrimonio, la intimidad corporal de los esposos viene a ser un signo y una garantÃa de comunión espiritual. Entre bautizados, los vÃnculos del matrimonio están santificados por el sacramento†[2]. Pero, ¿enseñamos esto a nuestros hijos? Y si lo hacemos, ¿nos están escuchando?
A pesar de ser una organización proaborto, el Instituto Alan Guttmacher admitió que “entre 2006 y 2010, la razón más frecuente por la cual los adolescentes de 15 a 19 años de edad no experimentaban relaciones sexuales era debido a que las mismas estaban ‘en contra de la religión o la moral’ (41% de las adolescentes y 31% de los adolescentes)†[3].
¡Esto quiere decir que algunos jóvenes sà aceptan el mensaje de la castidad! Lo que se les enseñó en casa se les quedó dentro y les ayudó a tomar las decisiones correctas en relación con sus cuerpos y su sexualidad. Este firme fundamento en la Cultura de la Vida es lo que todos los padres deben aspirar a transmitirles a sus hijos.
Sexualidad desenfrenada
Conocemos las repercusiones de las relaciones sexuales fuera del matrimonio o con múltiples compañeros. Vemos el aumento de las infecciones de transmisión sexual (especialmente el VPH, el virus del Papiloma Humano). Vemos el aumento de embarazos inesperados. Vemos las “clÃnicas†de aborto aprovechándose de adolescentes llenas de miedo que buscan una “solución†fácil. Y, por supuesto, vemos todo un conjunto de problemas emocionales que resultan cuando los adolescentes se entregan completamente a otro u otra, que luego se va dÃas, semanas o meses después.
Y ahora también vemos un aumento de jóvenes que utilizan sus teléfonos inteligentes para el “sexting†– el envÃo de mensajes, fotos o imágenes inapropiadas por teléfono. El sexting se está volviendo cada vez más frecuente, especialmente entre jovencitos que quieren explorar su sexualidad.
Según el New York Times:
“En un nuevo estudio, los investigadores estudiaron datos de 39 estudios de personas menores de 18 años que enviaban y recibÃan imágenes, videos y mensajes explÃcitos. El conjunto de los estudios incluyó datos de más de 110,000 jovencitos, cuyas edades eran de 11.9 a 17 años, lo cual resulta en un promedio de 15.16 años de edad.
“Estos estudios incluyeron jovencitos de edades muy diferentes que preguntaron y respondieron preguntas muy diferentes, un reto que los investigadores reconocieron al acumular toda la información sobre este relativamente nuevo conjunto de comportamientos que probablemente irá cambiando rápidamente. Sin embargo, los investigadores lograron ofrecer datos predominantes de este grupo grande de adolescentes: el 14.8% habÃa enviado textos, el 27.4% los habÃa recibido, el 12% los habÃa remitido sin consentimiento y al 8.4% les habÃa ocurrido†[4].
El sexting también tiene muchos problemas. Los jovencitos no parecen comprender que, una vez que una imagen es enviada, jamás la podrán retener. La imagen o foto puede ser compartida por los que la reciben incontables veces, subidas a varios sitios en la web o aún impresas. Hay plataformas en la web, como Snapchat, donde las fotos son borradas aproximadamente 10 segundos después de ser abiertas, haciéndoles creer a los adolescentes que las fotos de alguna manera ya han desaparecido. Pero eso no es verdad. Cualquiera que esté mirando la foto o imagen puede tomar una foto de la pantalla y guardarla. Y luego tenemos la amenaza real y aterradora que viene con el envÃo de imágenes lascivas: el hecho de que los que las envÃan podrÃan ser acusados de posesión o difusión de pornografÃa infantil. Una acusación de ese tipo podrÃa arruinar sus vidas.
Resumiendo, nuestra cultura que está obsesionada con la sexualidad constituye un problema real para nuestros hijos.
Continuará.