Padre Shenan J. Boquet
Presidente
Human Life International
1 de abril de 2019
Dos historias perturbadoras
Usted pensaría, por ejemplo, que el derecho de una mujer que ha sido violada a estar completamente segura en un lugar adecuado mientras recibe tratamiento es algo tan sacrosanto como debe ser un derecho de esta naturaleza. Recientemente, sin embargo, el Vancouver (Canadá) Rape Relief and Women’s Shelter (“Refugio y Socorro de Vancouver para Mujeres Violadas”, traducción libre) perdió más de $30,000 de subsidios de la ciudad. La decisión de la ciudad de retirar ese dinero surgió después de una feroz campaña contra el refugio liderada por el propio Morgane Oger – efectivamente, el mismo político mencionado al comienzo de este artículo (véase el boletín anterior) – y otras activistas totalitarios de la ideología del transgenerismo, quienes estaban furiosos porque el centro de ayuda se negaba a ofrecer sus servicios a mujeres “transgéneros”, es decir, a varones biológicos que ahora dicen ser mujeres [2].
El centro, muy razonablemente, tiene la convicción de que lo último que necesitan las mujeres biológicas que han sido violadas es ser obligadas a compartir habitaciones con hombres extraños. Pero Oger no está de acuerdo. Dice que limitar este centro a solamente mujeres biológicas constituye una “mala conducta sistemática y consistente”. El refugio rebatió el disparate de Oger diciéndole de manera breve y directa diciendo que él y otros funcionarios de la ciudad estaban en efecto perpetrando una “discriminación contra las mujeres en nombre de la inclusión”.
Para entender cuán grotesca fue esta decisión de la ciudad es necesario recordar que, según la ideología de “género”, todo lo que tiene que hacer un hombre biológico para “hacerse” mujer es decir que ahora él es una mujer. En otras palabras, entre las “mujeres transgéneras” están incluidos los hombres que lucen como hombres en todos sus aspectos, incluyendo sus órganos sexuales masculinos. Ahora, imagine que usted es una mujer que ha sido violada, que va al baño o participa en una sesión de terapia de grupo en el refugio, esperando encontrar seguridad o poder compartir sus heridas en un ambiente de solo mujeres. Pero en vez de ello, usted tiene que usar el baño o compartir el dolor de su trauma – un trauma causado por un hombre – en presencia de hombres. Por culpa de la ideología de “género”, usted no tendría ningún derecho a quejarse. Tendría que tragarse su propio dolor y subyugar su derecho a sanarse de sus heridas en un lugar seguro a los más recientes dogmas de la “equidad progresista”.
Veamos ahora la otra historia. Recientemente nos enteramos que un hombre que estuvo leyendo cuentos a niños en la Freed-Montrose Public Library (“Bibloteca Pública Freed-Montrose”) en Houston, Texas, era un pedófilo que ya había sido condenado. Albert Garza, de 32 años, fue condenado por asaltar a un niño de 8 años de edad en 2008. Pero cuando este hombre solicitó leer cuentos a niños mientras vestía de mujer, como un “drag queen” (hombres que se visten como mujeres para “divertir” a una audiencia, a veces simulando actos sexuales), a la biblioteca no le pareció que era necesario ni siquiera comprobar sus antecedentes. Este no es el único caso de “drag queens” leen cuentos a niños en bibliotecas públicas de la nación (EEUU), tal parece que esta es la nueva tendencia en el infame proceso de adoctrinar a menores de edad en esta ideología.
Ahora bien, usted pensaría que uno de los lugares más seguros para los niños es una biblioteca durante el tiempo en que un adulto les lee cuentos. Usted pensaría que el hombre que leería estas historias no fuese un pedófilo. Pero en nuestro mundo, que se ha vuelto loco, los ideólogos del “género” están desesperados por animar a niños pequeños a convertirse en “drag queens” y aún (y esto es suficiente para hacernos temblar) aplaudir cuando esos mismos niños realizan espectáculos sexualmente provocativos en un bar para homosexuales. Esto último, de hecho, ya ha pasado [3].
Continuará.
Notas:
