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Inicio Publicaciones Columna HLI La humanidad del niño por nacer (3/3)

La humanidad del niño por nacer (3/3)

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Padre Shenan J. Boquet
Presidente
Human Life International


El valor sagrado de la vida humana


Pero, a pesar de que la posición provida se puede defender plenamente en base a la ciencia y a la razón, la fe tiene la capacidad de hacer pedazos la demagogia y los prejuicios personales y penetrar el corazón para que acepte los argumentos que provienen de la razón y la ciencia.


A los activistas proaborto les gusta señalar que un enorme número de marchantes provida son personas religiosas. Todos los años, por ejemplo, cientos de sacerdotes, seminaristas, obispos y cardenales participan en la Misa de Vigilia por la Vida en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción. También decenas de miles de jóvenes católicos participan en varias Misas para jóvenes durante la mañana de la Marcha.




Parece que los activistas proaborto creen que ese hecho de alguna manera “demuestra” que la causa provida es simplemente propulsada por el “prejuicio” religioso. Me pregunto, sin embargo, si dijeran lo mismo acerca del hecho histórico de que un enorme número de personas creyentes estaban en contra del tráfico de esclavos y cuyo motivo era explícitamente religioso. ¿Fueron sus esfuerzos también “prejuicios” religiosos?


En las Escrituras, los niños siempre fueron considerados una bendición de Dios y portadores de la imagen de Dios (ver Salmo 127:3 y Génesis 5:1-3). El Salmo 128 presenta a ese mismo hombre que tiene hijos doblemente bendecido si con gran cuidado y fe los educa y cría para que caminen en el temor del Señor.


Y luego tenemos el Salmo 139:13-16 que dice: “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo. Bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas, que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.”


La participación en masa de cristianos en la Marcha por la Vida y el lugar central que se le dio a la oración, no es causa de vergüenza, sino más bien un distintivo de honor. Demuestra que el profundo respeto por la vida humana que se encuentra en las Escrituras ha penetrado hasta nuestros huesos y nos ha imbuido de la necesaria energía espiritual para asumir riesgos y hacer sacrificios para defender el derecho a la vida de todo ser humano. También enfatiza la verdad de que el florecimiento de la cultura de la vida solo puede ocurrir como consecuencia de la conversión de los corazones a gran escala.


La única vergüenza acerca de la presencia de cristianos en la Marcha por la Vida es que no huno cientos de miles más, que no todos los pastores cristianos del país estuvieron allí y no exhortó a sus rebaños a que participaran.


Debemos actuar


Nuestra cultura necesita desesperadamente que se le recuerde que todos los seres humanos han sido creados a imagen de Dios y que toda vida humana tiene un valor inherente e inalienable.


El Papa San Juan Pablo II se lamentó en el Día Mundial de la Juventud en Denver: “En nuestro propio siglo, como nunca antes en la historia, la ‘cultura’ de la muerte ha asumido una forma de legalidad social e institucional para justificar los más horribles crímenes contra la humanidad: el genocidio, ‘las soluciones finales’, ‘las limpiezas étnicas’, y la matanza a gran escala  de seres humanos que no han nacido todavía o antes de que lleguen a su muerte natural”.

El “padre de las mentiras”, dijo el Papa, “inexorablemente intenta erradicar del corazón humano el sentido de gratitud y respeto hacia el don, original y fundamental de Dios: la vida humana misma”.


Debido a lo que está en juego, ninguno de nosotros puede eludir la responsabilidad de intentar detener esta “cultura” de muerte. “¡Ay de ustedes si no logran defender la vida!”, alertó el Papa a los jóvenes en Denver. “La Iglesia necesita sus energías, su entusiasmo, sus ideales juveniles, para poder lograr que el Evangelio de la Vida penetre en la fibra de la sociedad y transforme los corazones y las estructuras para establecer una civilización de verdadera justicia y amor”.


Una de las maneras más sencillas y eficaces de declarar tu apoyo al Evangelio de la Vida es participar en las Marchas por la Vida. Como dijo el Papa San Juan Pablo II: “No tengan miedo de salir a las calles y a los lugares públicos, como los primeros Apóstoles que predicaron a Cristo y la Buena Noticia de salvación en las plazas públicas, en las ciudades y en las aldeas”.


Aunque la Marcha por la Vida en Washington, DC es la más grande en EEUU, ha fomentado cientos de otras marchas parecidas en todo el mundo. Aunque no hayas podido ir a la de la capital de EEUU, te urjo a que participes en la marcha más cercana a tu localidad. De esa manera te unirás a la “Gran Campaña de apoyo a la Vida” que pidió San Juan Pablo II en su Encíclica El Evangelio de la Vida, no. 95.


Nuestro país y todo el mundo están sedientos de cristianos que dejan el confort y reman contra la corriente de la “cultura” de la muerte. Por lo tanto, ponte en pie y haz sentir tu voz, porque tu voz es la única que tienen los bebés y las bebés que no han nacido todavía. El silencio no es una opción.

 

MENSAJE DE PADRE SHENAN BOQUET

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