Continuación de la homilía del Padre John Lankeit del 2 de octubre del 2016. El Padre Lankeit es rector de la Catedral de la Diócesis de Phoenix, Arizona (EEUU), cuyo obispo es Mons. Thomas J. Olmsted.
El tema de la homilía es la responsabilidad moral al votar en las elecciones presidenciales y congresionales del 8 de noviembre próximo en EEUU.
Cada temporada de elecciones, cuando un sacerdote habla sobre estos temas desde el púlpito, una cierta parte de la población se queja de que el sacerdote se inmiscuye en política: “¡Un sacerdote no tiene por qué hablar de política en la iglesia!” Eso es lo que dicen algunas personas.
Pero, ¿qué dice Dios al sacerdote a quien ha designado para ser el padre espiritual de las personas confiadas a su ministerio? Lo mismo que le dijo al profeta Ezequiel: "…Te he puesto como centinela para la casa de Israel, apenas oigas que sale de mi boca, tendrás que advertírselo de mi parte. Cuando diga al malo ‘¡Malo, vas a morir!’ Si no le hablas, si no haces que se preocupe por su mala conducta, el malo morirá debido a su pecado, pero a ti te pediré cuentas de su sangre. Al contrario, si le has llamado la atención al malo por su mala conducta y no se aparta de ella, si no deja su mala conducta, morirá debido a su pecado, pero tú no tendrás nada que temer (Ezequiel 33: 7-9).
Otra de las tácticas del diablo es animarnos a poner excusas por nuestra participación en las cosas realmente malas, apelando a las causas buenas que apoyamos, que de alguna manera que cancelan el grave mal que posibilitamos.
Veamos la cuestión de la pena capital, por ejemplo. Hay quienes dicen, “Estoy en contra de la pena de muerte... y si tú te opones al aborto, ¡debes también estar en contra de la pena de muerte!” Bien, veamos. ¿Cuál es la mayor objeción a la pena capital? Que las personas inocentes podrían ser erróneamente condenadas a muerte. Y hay que reconocer que las personas inocentes podrían ser ejecutadas injustamente debido a las muchas fallas de nuestro sistema judicial.
Y esta misma razón para oponerse a la pena capital es precisamente la razón por la que los católicos nunca deben apoyar de buen grado o incluso permitir el aborto con su voto. Porque, mientras que algunas personas inocentes sin lugar a dudas han sido condenadas a muerte por error a través de la pena capital, en el aborto una persona inocente es siempre condenada a muerte, y nunca por error. Siempre ha sido por decisión deliberada.
Si una persona está en contra de la pena de muerte, entonces, necesariamente debe estar en contra del aborto, porque la intención del aborto es matar a sabiendas y deliberadamente a un niño o niña inocente – siempre.
¿Qué hay de la guerra? Las personas que se oponen enérgicamente a las guerras en el Medio Oriente, por ejemplo, a menudo citan estadísticas del gran número de personas inocentes accidentalmente muertas en fuego cruzado. A esto le llaman “daño colateral” - las personas inocentes que mueren en la guerra - que es, quizás la mayor tragedia de la guerra. Pero oponerse a la muerte accidental de personas inocentes en la guerra, al tiempo que permite con su voto la matanza intencional de los seres humanos más inocentes en el planeta, bueno...esa es la hipocresía más extrema.
Si una persona se opone a la guerra a causa de las muertes accidentales, no intencionadas, de personas inocentes, debe necesariamente oponerse al aborto debido a que la muerte en el aborto no es accidental ni involuntaria, siempre es directamente intencional.
veces oímos la reivindicación demasiado engañosa de que un candidato o partido reducirá los abortos mediante la mejora de las condiciones económicas o sociales, y al mismo tiempo promueve el aborto como un derecho digno de protección.
Veamos los hechos: El aborto no es causado por la economía o las condiciones sociales. Los factores económicos y sociales son, sin duda, las circunstancias que afectan la decisión de una madre en algunos casos, pero no son las causas.
Después de todo, si eliminar el aborto fuera simplemente una cuestión de economía, o el acceso a la asistencia sanitaria, u otros factores socioeconómicos, entonces ¿por qué las madres ricas también abortan a sus bebés?
Hay muchísimos católicos que, con razón, han criticado a obispos y sacerdotes en los últimos años por no haberse expresado con más energía contra el abuso sexual de niños por parte de algunos sacerdotes. ¿Por qué, entonces, muchos de esos mismos católicos quieren silenciar a los obispos y sacerdotes que hablan enérgicamente en contra de matar a niños inocentes? ¿Por qué oponerse al abuso sexual de los niños es cuestión de justicia, pero oponerse al asesinato de los niños es cuestión de “predicar política”?
Independientemente de la resistencia, un sacerdote debe seguir el ejemplo de Pedro y Juan en los Hechos de los Apóstoles cuando se trata de predicar verdades difíciles. A aquellos que trataron de silenciar su anuncio del Evangelio estos apóstoles respondieron con valentía: “Juzguen si está bien a los ojos del Señor que les obedezcamos a ustedes antes que a Dios. Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído” (Hechos 4: 19- 20).
Un sacerdote no sólo está protegido por la Primera Enmienda (al menos por ahora). También tiene la obligación de obedecer el Quinto Mandamiento de la Ley de Dios: No matarás.
Si un sacerdote no habla en favor de los más vulnerables de nuestra sociedad, y si los fieles católicos no protegen activamente a los más vulnerables en nuestra sociedad al negarse a permitir su destrucción deliberada con su voto, entonces esos católicos están consintiendo la muerte por su cobardía.
¿Y qué decir de San Pablo a Timoteo acerca de la cobardía en la 2ª lectura de hoy?: Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de amor y de dominio propio. Por lo tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor… Al contrario, comparte los duros trabajos del Evangelio con la fuerza que viene de Dios. (2 Tim 1: 7-8)
Parte de lo que le toca a cada católico en la dificultad de practicar lo que manda el Evangelio estriba en que debemos arrepentirnos de las acciones que ofenden a Dios y son destructivas para nuestros hermanos y hermanas. Y hay que combatir las amenazas a la vida inocente que son más reales y más urgentes. ¡No se equivoquen! No hay nada que amenace la vida humana inocente más directamente, de manera consistente y urgente que la matanza deliberada de los bebés en el vientre de su madre. ¡Así de claro! [Cada año, en EEUU, ¡se cometen más de un millón de abortos!]
Del momento que inicié esta homilía hasta ahora, al menos 30 niños han sido ejecutados deliberadamente en el vientre de sus madres en EEUU; y eso es sólo de los abortos que se reportan.
Permítanme resumir con palabras muy difíciles: “Tenemos la seria obligación de proteger la vida humana, y especialmente las vidas de los más inocentes y vulnerables entre nosotros. Quien omita hacerlo, cuando por el contrario está en condición de protegerla, comete pecado mortal de omisión. Colocan en peligro su propio destino espiritual y se convierten en fuente de escándalo para los demás. En caso de ser católicos, no deberían recibir la Santa Comunión” (Véase: Los católicos en la plaza pública, 4ª ed., P. 25).
Ahora bien, espero que se den cuenta de que se necesita mucho valor para que un sacerdote pueda comunicar palabras tan difíciles como éstas, recordando a su feligresía que algunas acciones son tan gravemente pecaminosas que hacen que un católico no sea digno de recibir la Sagrada Comunión hasta que se haya arrepentido completamente y recurrido al Sacramento de la Confesión.
El sacerdote que se preocupa por el estado de las almas de sus feligreses más de lo que se preocupan ellos mismos, merece la estima de su pueblo por su disposición a expresar esta difícil verdad con auténtico amor, poniendo el bienestar de las almas de su pueblo ante todo, antes que su propia reputación y popularidad o su comodidad. Ese sacerdote debe recibir respeto, admiración y apoyo, en lugar de resistencia o crítica.
Así que, por favor, oren, agradezcan y alienten al padre espiritual que Dios ha designado para ustedes y que les ama lo suficiente como para decirles la verdad, porque el sacerdote que dijo esas mismas palabras es su Obispo y el mío.
El video de la homilía (en inglés) se puede ver aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=881aDDE5qFY
El audio de la homilía (en inglés) se puede escuchar aquí:
http://simonjude.org/documents/2016/10/T001_20161003.mp3.
El texto de la homilía (en inglés) se puede leer aquí:
http://simonjude.org/documents/2016/10/Homily%20OT%2027%20-%20October%202%202016%20Year%20C.pdf
Véase también: Habacuc 1:2-3; 2:2-4; Salmo 95:1-2, 6-7, 8-9; 2 Timoteo 1:6-8, 13-14; Lucas 17:5-10.