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Evangelium vitae: La acogida del otro.

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Cecilia E. Rguez. Galván*

“El Dios de la Alianza ha confiado la vida de cada hombre a otro hombre hermano suyo, según la ley de la reciprocidad del dar y recibir, el don de sí mismo y la acogida del otro”.

La encíclica EV al tratar acerca de la inviolabilidad de la vida del ser humano no puede quedar reducida al mal social y moral del aborto. La vida no solo se ve amenazada al inicio de su existencia, en el avance de los años el permitirse asesinar a los no nacidos ha dado pasos hacia la eliminación de todo aquel que se considere una amenaza y se busca el auspicio de las legislaciones para poder llevar a cabo homicidios espeluznantes, de verdaderas películas de terror.

La significación social de la eutanasia ha cambiado cualitativamente a través de los años, y su evolución no ha sido en positivo. Desde los innombrables errores éticos del nazismo, hasta la eugenesia de los niños menores de 12 años en los sistemas democráticos de la actualidad, el avance de la cultura de la muerte es evidencia del resultado de una ética al margen del hombre, y sin el hombre, es imposible hacer ética.

“…opciones antes consideradas unánimemente como delictivas y rechazadas por el sentido común moral, llegan a ser poco a poco socialmente respetables…” (no. 3) de esta forma “…tienden a perder en la conciencia colectiva el carácter de delito al asumir paradójicamente el de derecho…” (no. 11), esta forma de pensamiento crea en la conciencia pública una verdadera cultura que presenta estas opciones como “…signo de progreso y conquista de la libertad…” (no. 17) es por eso que a partir de esta mala interpretación de la libertad se exige que estas conductas sean “…reconocidas y protegidas como verdaderos y propios derechos…” (no. 18).

Por ello la lucha por la imposición del aborto surge como un derecho, con minúscula, vista desde una falsa libertad donde “el otro” es un impedimento para la propia felicidad. Ésta estrategia constituye la apertura a la cultura de la muerte.

La modificación de las conductas y la aceptación pasiva de los peores males sociales son la base de la cultura de la muerte que se trasminó en las conciencias personales y sociales como el agua en las paredes, antes de darnos cuenta era parte ya de las políticas públicas, educativas, médicas y mediáticas.

Justo en nuestro tiempo cuando las técnicas y las tecnologías han avanzado tanto y la posibilidad de proteger la vida y hacer un bien al ser humano son inmensas se ha creado un desdén hacia lo humano. Entender esto no es de poca importancia, pero la relación estrecha que se vincula a la destrucción del ser humano es necesariamente relacionada con Dios.

El Evangelio de la Vida declara una verdad. Evangelio es siempre una buena noticia. Y esa buena noticia es que la vida humana es siempre un bien por sí misma, sin importar las circunstancias con las que se vea relacionada: el tiempo de vida, la enfermedad, una inminente muerte. La vida es siempre digna de ser vivida: “El núcleo del Evangelio de la Vida es el anuncio de un Dios vivo y cercano que nos llama a una profunda comunión con Él”.

El aborto avanzó al infanticidio sin problema, y de ahí a la eutanasia, a la experimentación embrionaria, al alquiler de vientres…la falta del sentido del ser humano y su dignidad intrínseca pervirtió la conciencia de la humanidad.

Pero esta Encíclica esta dirigida “…a todas las personas de buena voluntad…” y nos recuerda que “El Evangelio de la Vida es para la ciudad de los hombres…” es verdad que la fe da una fuerza extraordinaria al valor de cada vida, sin embargo este valor “…pertenece a toda conciencia humana que aspira a la verdad y está atenta y preocupada por la suerte de la humanidad”. Guardar silencio ante los males, evidentemente claros, del aborto, la eugenesia y la eutanasia porque son temas “políticamente incorrectos” de mencionar, da muestra de la triste realidad de un mundo sumido en el hedonismo, ensimismado en el placer y avocado a utilizar al otro.  Es nuestra obligación modificar esta realidad desde nuestras propias conciencias hasta un evidente y permanente cambio en la sociedad. Ofreciendo nuestros mejores dones y talentos en beneficio de todos, porque la acogida del otro es fundamento de nuestra propia humanidad.

*Asesora REDESSVIDA
Red de Sacerdotes y Seminaristas por la Vida.
Programa de Vida Humana Internacional.