Autor: Miguel Manzanera SJ
Uno de los enigmas más difíciles de aclarar sigue siendo la pasión y la muerte de Jesús. ¿Cómo se explica que Jesús, el Hijo de Dios y el hijo de la Virgen María, que siempre predicó la verdad y ejerció la caridad, fuese condenado a muerte por dos instancias jurídicas supremas, la religiosa y la política?
Jesús fue juzgado primero por el Sanedrín, máxima autoridad religiosa judía, presidida por el Sumo Sacerdote Caifás en un proceso judicial nocturno completamente ilegal. Trataron de acusarlo con testigos falsos, pero no lo encontraron. Finalmente ante la pregunta directa de Caifás sobre si Él era el Mesías, el Hijo de Dios, Jesús respondió: “Sí, tú lo has dicho”, añadiendo: “A partir de ahora veréis al Hijo del Hombre, sentado a la diestra del poder, y venir sobre las nubes del cielo”. El Sumo Sacerdote exclamó: “Ha blasfemado, ¿qué necesidad tenemos de testigos?”. Los miembros del Tribunal exclamaron “Es reo de muerte” (Mt 26, 63-66).
Aunque el Sanedrín condenó a muerte a Jesús, sin embargo no podía ejecutar la pena capital reservada a la autoridad romana, Por eso quiso que Jesús fuese condenado también por la suprema autoridad romana. De madrugada llevaron a Jesús ante Poncio Pilato, Gobernador en el territorio de Judea.
Caifás acusó a Jesús de haberse proclamado Rey de los Judíos. Pilato se dio cuenta de la falsedad de esa acusación. Por eso trató de salvarlo. Por acercarse la fiesta de la Pascua ofreció al pueblo su liberación en lugar de Barrabás, un peligroso criminal. Pero los miembros del Sanedrín manipularon a la multitud para que pidiese la muerte de Jesús. Cobardemente Pilato se lavó las manos y condenó a Jesús a la muerte de cruz, tormento cruelísimo, reservado a guerrilleros y a los delincuentes peligrosos no romanos. Como explicación de la condena puso en la cruz un letrero con la inscripción “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”, escrito en latín, griego y hebreo los tres idiomas, más comunes en Judea.
Se podría pensar que esta condena fue un error judicial por malicia, ignorancia o negligencia de los tribunales. Ciertamente existió, pero además hubo una influencia satánica que llevó a condenar a Jesús a la muerte de cruz. El Diablo pensaba que Jesús, al ser sometido al humillante y atroz sufrimiento, rechazaría al Padre por su abandono.
Jesús en la cruz pronunció estas palabras “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. (Salmo 22): Sometido al brutal suplicio de la flagelación y de la crucifixión estuvo al borde de la desesperación total y fue tentado de dudar del amor del Padre. Sin embargo Jesús, tal como el mismo salmo reza, no desconfió de la misericordia de Dios y aceptó el castigo de muerte que merecían los pecadores, incluyendo a quienes le estaban crucificando.
Después de tres horas de agonía Jesús expiró dando un fuerte grito (Mt 27, 50). En ese momento hubo un terremoto y el sol se eclipsó. Muchas personas que contemplaron la escena posiblemente pensaron que Jesús sufrió el castigo justo, impuesto por las autoridades. Pero también había fieles discípulos, entre ellos María, Juan, María Magdalena y otras santas mujeres que comprendieron el sentido del sacrificio redentor de Jesús. El mismo centurión y los que con él estaban, al sentir el terremoto, se llenaron de miedo y dijeron: “Verdaderamente éste era el Hijo de Dios” (Mt 27, 54).
Jesús en la cruz expiró. Su cuerpo inanimado fue sepultado, mientras que en su alma humana, según la Iglesia reza en el Credo, descendió a los lugares inferiores (Infiernos), en hebreo el “sheol”, donde el Satán retenía encarcelados a los espíritus de los muertos-
Allí predicó a los hijos de Abraham, encarcelados por el Satán, la buena nueva de la redención del pecado y de la muerte (1 Pe 3, 18-20; cf. Lc 16, 19-31). El Viernes y el Sábado Santos fueron los días más trágicos en la historia de la humanidad. Parecía que el Príncipe de este mundo había triunfado sobre Jesús. Sin embargo faltaba el juicio definitivo de Dios. El Satán argumentó en contra de Jesús, pero la Rúaj Divina (Espíritu Santo), Abogada Defensora, mostró la inocencia del Siervo de Yahveh y la maldad del Diablo que pretendía aniquilar a Jesús y con Él a toda la humanidad.
Triunfó la justicia y el Maligno fue condenado. Le fueron arrebatadas las llaves del sheol y le arrojaron del cielo a la tierra. Tan sólo faltaba la resurrección de Jesús, que se dio al tercer día de su muerte, el primer día de la semana, que luego pasó a ser el domingo, el Día del Señor. Reconstituido en un cuerpo glorioso y lleno de la Rúaj Divina, Jesús salió triunfante del sepulcro con la misión de confortar y convencer a sus discípulos de su victoria contra el Satán… Quienes creyeron en Jesús fueron admitidos en Reino de Dios. ¡Aleluya!