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Nos ha nacido el Salvador

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Autor: Miguel Manzanera SJ

El día 25 de diciembre el Papa Francisco tuvo el 25 de diciembre en la plaza de San Pedro el acostumbrado mensaje de Navidad “Urbi et Orbe” (a la ciudad de Roma y al mundo) ante una numerosa muchedumbre. Con la extraordinaria sensibilidad que le caracteriza se refirió a la fiesta del nacimiento de Jesús en Belén, cumpliéndose así las profecías bíblicas de que una doncella daría a luz al Emmanuel. María y su esposo José eran personas humildes, llenas de esperanza en la bondad de Dios, que acogieron al niño Jesús y lo reconocieron como el Salvador.

Iluminados por la Rúaj (Espíritu) Santa los pastores de Belén fueron corriendo a la cueva y adoraron al Niño. Y pocos días después los ancianos Simeón y Ana en el templo de Jerusalén le reconocieron como el Mesías, tal como Simeón proclamó: «Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos».Después de esta breve introducción el Papa concluye “Sí, hermanos, Jesús es la salvación para todas las personas y todos los pueblos”.

A continuación y como contraste Francisco analiza la situación mundial, enumerando algunos graves conflictos que afligen hoy a la humanidad, pidiendo al Salvador del mundo que traiga la paz. El Papa recuerda a los cristianos de Irak y de Siria, que, junto con los pertenecientes a otros grupos étnicos y religiosos, sufren una persecución brutal.Pide a Jesús para que la Navidad les traiga esperanza, “a tantos desplazados, prófugos y refugiados, niños, adultos y ancianos, de aquella región y de todo el mundo”. Asimismo suplica que “la indiferencia se transforme en cercanía y el rechazo en acogida, para que reciban la ayuda humanitaria necesaria para sobrevivir a los rigores del invierno, puedan regresar a sus países y vivir con dignidad”.

Recuerda el Papa a la Tierra Santa, bendecida por el nacimiento de Jesús pero ahora amenazada por una nueva guerra,para que el Señor abra los corazones a la confianza y se mantenga el diálogo entre israelíes y palestinos a pesar de las graves dificultades para conseguir una verdadera paz.

También dirige la vista a Ucrania, “esa amada tierra”, para que el Niño Jesús ayude a superar las tensiones, vencer el odio y la violencia y emprender un nuevo camino de fraternidad y reconciliación.

Igualmente pide la paz para Nigeria, donde se derrama mucha sangre y muchas personas son apartadas injustamente de sus seres queridos y retenidas como rehenes o masacradas. Igualmente ruega por otras partes del continente africano: Libia, Sudán del Sur, la República Centroafricana y varias regiones de la República Democrática del Congo, exhortando a los responsables políticos a superar los contrastes mediante el diálogo y a construir una convivencia fraterna duradera.

Francisco no olvida a las personas que sufren por enfermedad, en particular a las víctimas de la epidemia de ébola, especialmente en Liberia, Sierra Leona y Guinea. Agradece de corazón a quienes se están esforzando con valentía para ayudar a los enfermos y sus familias. Asimismo renueva un llamamiento ardiente a que se garantice el cuidado y el tratamiento necesarios.

Muy especialmente recuerda el Papa a tantos niños víctimas de la violencia, objeto de tráfico ilícito y trata de personas, o forzados a convertirse en soldados y a los que sufren abusos. Ruega también a Dios para que consuele a las familias de los niños muertos en Pakistán la semana pasada.

De manera especial Francisco menciona a todos los niños maltratados y muertosque no pudieron ver la luz y fueron privados del amor generoso de sus padres y sepultados en el egoísmo de una cultura que no ama la vida. También pide por los niños desplazados a causa de las guerras y las persecuciones, sujetos a abusos y explotación ante nuestros ojos y con nuestro silencio cómplice. Explícitamente recuerda el Papa a los niños masacrados en los bombardeos, “incluso allí donde ha nacido el Hijo de Dios”. “Su silencio impotente grita bajo la espada de tantos Herodes. Sobre su sangre campea hoy la sombra de los actuales Herodes. Hay verdaderamente muchas lágrimas en esta Navidad junto con las lágrimas del Niño Jesús”.

Después de esta breve, pero densa, enumeración el Papa pide a la Rúaj (Espíritu) Santaque ilumine  nuestros corazones, para que podamos reconocer en el Niño Jesús, nacido en Belén de la Virgen María, la salvación que Dios nos da a cada uno de nosotros, a todos los hombres y todos los pueblos de la tierra. Suplica que el poder de Jesús, que es liberación y servicio, se haga oír en tantos corazones que sufren la guerra, la persecución y la esclavitud.

Finalmente el Papa Francisco hace un llamado al Niño Jesúspara que con su mansedumbre, extirpe la dureza de corazón de muchos varones y mujeres sumidos en lo mundano y la indiferencia, en la globalización de la indiferencia. Suplica que su fuerza redentora transforme las armas en arados, la destrucción en creatividad, el odio en amor y ternura para que podamos decir con júbilo: «Nuestros ojos han visto a tu Salvador». Concluye el Papa deseando a todos una feliz Navidad.