Susan Ciancio
Escritora Contribuyente
Human Life International
Cuando un matrimonio se entera de que ella está embaraza se produce una inmensa alegría. Se trata de la culminación de la unión conyugal, y de muchas esperanzas y sueños. El evento evoca lágrimas de alegría y felicidad por la venida de un hijo al mundo.
Génesis 1:28 dice: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla”. El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) enseña que “La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados” (no. 1601). Por lo tanto, es muy natural que los matrimonios anhelen tener hijos.