EL PROBLEMA DE LA VERDAD Y DEL NO LLAMAR A LAS COSAS POR SU NOMBRE

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Existe una cita, que no he logrado corroborar, sobre Chesterton, donde afirmaba que la vulgaridad es convivir con la grandeza –con lo sublime-y no darse cuenta. Se ha quitado lo moral de las actividades humanas, así no solo es aceptable, sino hasta se les tilda de “listos” a los niños que cuando se les cuestiona: ¿Qué quieres ser de grande? se plantean ser narcotraficantes. El aspecto moralmente identificador ha quedado sobrepasado, anulado.

Al quitar la moralidad de los actos humanos se les reduce a actos meramente animales. No podemos tratar el tema de las virtudes, porque parece que estamos hablando de religiosidad (como si eso fuera malo) y no tiene sentido, así que mezclan el valor (que se daba a lo económico) se le equipara en la medida de los actos morales.

La nueva visión de la ética limita la verdadera visión de lo humano y del humano. En este sentido se establecen por ejemplo los nuevos derechos y se saca de foco el inmenso bien que en 1948 el conjunto de naciones estableció sobre el humano y sus derechos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de los países miembros de la ONU.

Se trata de una “ética” novedosa y modificada.

Cuando se extrae de los actos humanos la moralidad, se extrae el alma. Una persona sin alma se traduce en una sociedad desalmada…y todos estamos viviendo las consecuencias.

No es pues extraño encontrarnos con una lucha sobre los actos sexuales desalmados, aún cuando sus protagonistas no intenten siquiera un daño consiente…la falta de una reflexión moral implica un daño a la persona y a la sociedad. Por tanto un acto deshumanizado deshumaniza a toda la sociedad.

Sin esta visión global de la realidad la sociedad se enferma, poco a poco, atrabancadamente en ocasiones, y además rechaza la cura.

Así podemos hacer una pequeña reflexión sobre la popularidad del libro “50 sombras de Grey”, y su presentación en la pantalla grande, donde el tema de la sexualidad desemboca en una triste y oscura visión del ser humano. El libro y su secuela tocan el tema desde una perspectiva extraña: un psicópata sexual y una chica inocente…en la primera parte de esta entrega pareciera que ella decide alejarse de él y con eso demuestra que está mal…¿pero que pasa con ella también?

El sexo como violencia está condenado en todas partes y en casi todas las mentes, pero curiosamente no lo exponen del todo así en la película. Frecuentemente después de alguna charla las mujeres –y hombres- se acercan a preguntar algo obvio: “¿entonces eso no es parte del sexo marital?...” Toda, prácticamente, toda pornografía contiene un alto índice de agresión física, y eso no es una relación sexual sana. Si condenamos la violencia física o verbal, ¿Por qué se plantea el sexo violento como algo sano, normal o deseable?

El irrumpir de la actividad sexual temprana –como lo plantea la película- a través de una relación coercitiva implica grandes y profundos daños a la persona. En la película lo plantean como algo que socava al protagonista, pero que él puede manejarlo, se vuelve patológico en ese aspecto pero es grandioso en los otros…¿? La verdad es que la fractura afectiva siempre daña el resto de la humanidad de la persona. Y para muestra un botón: Una visión equivocada de la sexualidad implica una visión equivocada de la humanidad, por ello las niñas hijas de mujeres dedicadas a la prostitución son vendidas por 10, 000 pesos en promedio en México…porque alguien las compra.

La aceptación de los actos inmorales en la sexualidad los hace ver normales. Por ello podemos ver una aceptación en aumento en cuanto a las relaciones homosexuales; muchas veces las mujeres –en su mayoría- aceptan relaciones violentas –como la protagonista- por mil razones, pero no encuentran una sola para negarse. El daño ocasionado a las personas que sufren este tipo de violencia sexual, (incluso aparentemente consentida) tiene implicaciones interminables en las personas: la soledad, la depresión, la imposibilidad de relacionarse sanamente con otros, una vida profundamente trastocada y disturbada, el menosprecio por sí mismo, la cosificación de otros, repetición de actos inmorales, drogadicción, suicidio..

Muchos jóvenes y no tan jóvenes consideran los actos que se presentan en la novela como normales, e intentan imitarlos, pensando que además de que no hace daño a otros, tampoco lo hará a ellos. Pero entre otras cosas la lujuria está presente en un grado superlativo, como si fuese un bien y la razón desaparece, lo natural es lo antinatural y la espiritualidad del ser queda fuera del ámbito sexual.

Este tipo de novelas y películas son evidentemente pornográficas en la medida en que atentan contra la castidad…la Iglesia es luz en este sentido en el CIC 2354, donde enseña que: “…(la pornografía) ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad de los actos sexuales…” o en su numeral 2351 donde se habla de la lujuria.

El perder el sentido de lo humano y su dimensión total nos empobrece. Siendo capaces de grandes proyectos y obras es un sinsentido que se promueva y se aplaudan literaturas y películas tan pobres que además enriquecen tanto a unos (económicamente), y empobrecen (económica y humanamente a todo el resto) y trastornan la Verdad.

Ojalá que los cristianos por lo menos, diéramos testimonio de esta Verdad y que padres y maestros hablaran con claridad del mal de este tipo de expresiones. 

Asesora - REDESSVIDACecilia E. Rdguez. Galván