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¿Qué porcentaje de los transgéneros se arrepienten de su cirugía? (4/4)

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Susan Ciancio
Human Life International

La compasión y la Iglesia Católica

Como católicos, sabemos que el cuerpo que Dios nos creó y nos dio como don fue decisión Suya y Dios no se equivoca. Además, nuestra alma está unida a nuestro cuerpo, el cual es templo del Espíritu Santo. Por lo tanto, debemos tratarlo con respeto y reverencia, y nunca causarle daño.

El National Catholic Bioethics Center – NCBC – (“Centro Nacional Católico de Bioética de EEUU”, traducción libre) lo explica muy bien:

“El sexo de una persona se manifiesta por medio de su cuerpo según como la persona ha sido creada, y por lo tanto no puede estar en conflicto con una identidad sexual que sea más verdadera o más profunda y al mismo tiempo contraria al sexo del cuerpo. Este es un principio antropológico fundamental que ninguna asociación de medicina o ideología política puede contradecir. La experiencia psicológica de sentirse desconectado del sexo del propio cuerpo no debe ser minimizada, pero reclama una apropiada psicoterapia [el énfasis es nuestro], pero de ninguna manera puede reflejar un sexo ‘equivocado’.

“Debido a esta comprensión de lo que significa ser una persona humana, una unidad de cuerpo y alma cuya identidad sexual se refleja en la biología de la persona, debe estar claro que ninguna cirugía o suministro de hormonas o cualquier otra intervención en el cuerpo es capaz de alterar la identidad sexual intrínseca” [7].

¿Qué porcentaje de los transgéneros se arrepienten de las cirugías para “cambiar de sexo”? El NCBC añade que los estudios han mostrado que estas cirugías no necesariamente resuelven los sentimientos de ansiedad que las personas sufren y que también causan un aumento significativo de intentos de suicidio y del suicidio mismo. De hecho, la encuesta de 2015, citada arriba, dio a conocer las mismas sombrías estadísticas, a saber, que “el 40% de los que respondieron ha intentado el suicidio durante su vida. Esta cifra es nueve veces la tasa de intento de suicidio de la población de EEUU (4.6%)” [4].

En otro informe, el Dr. Paul McHugh, explica el hecho de que los adultos que se han sometido a cirugías para “cambiar de sexo” tienen un riesgo más alto de experimentar problemas de salud mental que la población en general. McHugh cita un estudio que mostró que las personas que se han sometido a estas cirugías fueron 5 veces más propensas que el grupo de control de intentar el suicidio y casi 20 veces más propensas de lograrlo [8].

Sin embargo, la encuesta del 2015 ya citada, alega que de los que respondieron hubo muy pocas personas que se arrepintieron de su “cambio de sexo”, solo el 11% de las mujeres transgéneras deshicieron dicho “cambio” y entre los hombres la tasa fue de solo el 4%. Pero hay que considerar que el revertir el “cambio” puede costar entre $7,000 y $50,000 dependiendo del sexo y de lo extenso que había sido el “cambio”. Por lo tanto, estas bajas cifras no nos deben sorprender [4].

También hay que tener en cuenta que según esta misma y única encuesta, aproximadamente 4,000 personas se sentían infelices por el hecho de haber “cambiado” el sexo que Dios les había dado. Ese hecho no es insignificante.


Reflexión final

Como personas que conocemos un poco acerca de este tema, no podemos negar que la ciencia médica enseña que el sexo es inmutable. Como católicos, no podemos negar el plan de Dios para nosotros como Hijos suyos que somos. Y como seres humanos, no podemos negar el hecho de que hay personas que están sufriendo.

Debemos abordar este problema tan sensible con amor y compasión. Hacer lo contrario sería una falta servicio a nuestros semejantes. No hay una cura específica para sanar a todos los que están sufriendo, y debemos buscar la ayuda de aquellos profesionales de la salud mental que siguen la verdadera ética para ayudar a las personas que sufren de disforia de género. Aunque parezca que es poco lo que podemos hacer individualmente y no conocemos personalmente a nadie que tenga este problema, hay algo que todos podemos hacer. Podemos y debemos compartir la verdad y no participar en la difusión de mentiras que alegan que la gente se puede “cambiar de sexo” sin tener repercusiones.

El género no es fluido. El arrepentimiento después de un “cambio de sexo” es real. Y a los que están sufriendo se les debe proporcionar una salida para sanar sus heridas que no implique el dañar sus cuerpos.


Notas:

[4]. https://transequality.org/sites/default/files/docs/usts/USTS-Full-Report-Dec17.pdf.

[7]. https://www.ncbcenter.org/files/5014/9641/4634/Q16.4_05_TransgenderStatement_REV.pdf.

[8]. https://www.thenewatlantis.com/publications/executive-summary-sexuality-and-gender.